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GELA MANZANO: La casa sola




Regresé a casa después de un largo periodo de ausencia. Miro mi casa triste, empolvada, el jardín marchitando, ahí están la rosa de Castilla, la magnolia, las mandarinas chinas como si estuvieran aguardando, las enredaderas de buganvilias cuelgan sobre mi techo con un dejo de tristeza.

La casa sufre la ausencia, las baldosas extrañan mis pasos, allí extendida la cocina con ojeras de sonámbula ante la falta del sonido de las cacerolas. En la biblioteca, los libros duermen envueltos en una sábana de polvo, los rincones del baño se muestran percudidos y los espejos se empañan ante la ausencia de mi rostro.

Había que entrar con pie firme, hacer ruido para que las flores escuchen mi regreso. Abrir las puertas para que el polvo salga corriendo, echar cubetas de agua sobre el asfalto frio, esparcir olores a limón y pino, abrir las ventanas para que circule el aire de esquina a esquina, sentarse en el blando sillón, susurrar los secretos a las magnolias.

Ir al patio al encuentro con las hormigas, revisar el nido de la torcaza sobre el huamúchil, sentarme frente a la ventana para perpetuar el paisaje, mirar las calles olvidadas por mis pasos, oler la tierra para reafirmar mi raíz, respirar el aire de la montaña, saberme viva, palpitante mientras observo el ocaso, la transición del día a la noche, la luz transformándose con sus tonalidades, escuchar el ladrar de los perros en una tarde en el patio de mi casa.

Ahora regreso y quiero que mi casa sepa que ya la habitamos de nuevo, que hay gente, que hay ruido y olores. Que hay cuerpos que se mueven, que respiran, que comen y que duermen. Roncar para espantar los espíritus nocturnos, que se oiga el ruido del agua del inodoro, el chorro de la regadera sobre los cuerpos, la tetera de café perfumando la cocina; que la mesa del comedor se vista con el mantel de fiesta, que los tenedores suenen por mis dientes, que volvamos mi casa y yo a ir juntas de fiesta cada día sacralizando cada instante.

Los vecinos lo descubren también, qué bueno que regresas, vecina, decían al saludar.



Gela Manzano es profesora, investigadora, poeta mexicana y doctora

en Literatura. Es Premio Estatal “Juan Ruiz de Alarcón” al mérito en la Literatura y Bellas Artes 2017. Ha publicado: Poemas del llanto y otros relatos (2007), La poesía mística de Enriqueta Ochoa (2011), Reunión de nuevas voces Guerrerenses. 1960-1990. (2012), Vuelo de tigre, Antología de poesía guerrerense 1940-1960 (2014). El dolor, el amor y la espiritualidad en la Obra de Ethel Krauze (2017) y El territorio de la noche (2019).


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