Foto de Ashish Mehta en Unsplash
Escríbelo
para que no perezca.
Escríbelo
contra el olvido.
Escríbelo
para retenerlo.
Cristina Peri Rossi
1.
Paula Melchor escribió: “Este poema es una excusa para poder hablar contigo”. Si pudiera, te escribiría un poema. Uno largo, epidérmico —como los que desprecian tantos críticos, como los que leo con más admiración—. Sé que te gusta la poesía. Pero a mí solo me sale escribir ensayos. Así que reformulo: este ensayo es una excusa para poder hablar contigo.
2.
Llevamos varios días sin conversar. En más de una ocasión consideré mandarte un mensaje. Abría tu chat y de inmediato lo cerraba. Mis amigos, mi madre, me aconsejaron que te dejara a ti dar el primer paso. Dijeron que yo había sido suficientemente clara con mis sentimientos. Dijeron que tú no cediste ni un poco —las relaciones, me gusta pensar, se basan en establecer acuerdos, en ceder cuando es necesario—. Dijeron que si te interesaba me buscarías. Así que me dediqué a esperar. Nunca quise ser la clase de persona que espera un texto con la ilusión rota, pero lo fui por al menos tres días. Luego me convencí de que ese texto no llegaría.
No fue culpa de nadie que terminara, creo. A lo mejor todo ocurrió muy rápido. A lo mejor no tuvimos tiempo de conocernos. Un whatsapp, una llamada, y luego tú y yo en Xalapa, recorriendo las calles tomados de las manos. Nosotros en los lagos; yo en tu regazo, tú jugándome el cabello. Nosotros en las bancas de 20 de noviembre escuchando Fade into you de Mazzy Star —“strange you never knew”, ¿recuerdas?—. Me llamaste preciosa e increíble. Me sentí preciosa e increíble. Luego nosotros en CAXA, despidiéndonos. Te halé del brazo porque no quería que te fueras, y empecé a caminar. Me seguiste casi hasta la salida y cuando dio la hora regresamos para que tomaras el autobús. Llegué a casa sintiendo que todo había sido muy surreal. Pensé “esta es la mejor cita que he tenido”. Y deseé que esta vez durara.
Ojalá me hubieras escrito.
3.
Nos dijimos te quiero a los pocos días. Era pronto, pero de cierta forma se sentía correcto. Me entusiasmaba la idea de que alguien como tú pudiese llegar a sentir cariño hacia mí. Lo cierto es que siempre te admiré. Eres talentoso, brillante, divertido y muy gentil. Querer es admirar. Pienso.
4.
En cierta ocasión me preguntaste cómo me sentía respecto a ti. Me quedé callada por varios segundos, no quise responder cualquier cosa. Al final dije “¿te acuerdas de esa escena de Fleabag en donde ella y el sacerdote se besan en la boda y él se pregunta ‘what is this feeling’? Pues me siento exactamente igual”. No contestaste. Ni siquiera viste la serie. Apuesto a que sigues sin verla.
5.
Lo bueno: me haces feliz. Cuando me das los buenos días. Cuando me abrazas y me besas y me das todo el afecto que alguna vez quise recibir. Cuando me haces cumplidos y me hablas de temas que te apasionan. Cuando tratas de aprenderte canciones por mí. Cuando me llamas amor, mi vida, corazón. Cuando me envías audios larguísimos contándome tu día. Cuando me dejas leerte poemas y ensayos. (Isabel Zapata opina que la lectura en voz alta es uno de los mayores actos de amor que existen. No puedo más que darle la razón.)
Lo malo: me dueles. Cuando contestas después de horas. Cuando no me pides que hablemos por teléfono. Cuando actúas extraño y te pregunto qué sucede y dices que nada. Cuando me echas en cara una y otra vez las cosas. Cuando me llamas Camila. Cuando parece que vas perdiendo el interés, las ganas de estar, de procurarme, y no puedo hacer nada al respecto.
6.
A menudo me acuerdo de ese poema de Cristina Peri Rossi en el que relaciona el amor con un motivo bíblico, la construcción de la torre de Babel. El Génesis narra que la humanidad, ciega de ambición, inicia la construcción de una gran torre que se pretende llegue hasta el cielo. Dios se encoleriza y decide que todos los hombres hablen distintas lenguas, de modo que se detiene la empresa. Para Peri Rossi, los amantes son esos seres ambiciosos que nunca llegan a entenderse del todo, por más que lo intenten.
A veces, y aunque me cueste admitirlo, no puedo comunicarme contigo. Es como si, al igual que en el relato, habláramos diferentes lenguas.
7.
Te cuento que he vuelto a escuchar a Natalia Lafourcade esta semana. De todas las flores ha estado en constante repetición. Hay una canción —Mi manera de querer— que me recuerda a ti. Sobre todo, esa parte en donde dice “Yo te veo como un ser de luz de cabeza a los pies”. Alguna vez comentamos que haríamos sesión de Spotify para escuchar Hasta la raíz. Nunca lo hicimos. Espero que en un futuro le des una oportunidad. Y que cuando lo oigas te acuerdes de mí. Que sepas que, en ese álbum, con el que tantas veces he llorado, hay un cachito de mí que quise compartir solo contigo.
Por el momento, me he creado algunos escenarios ficticios en los que, estando juntos, escuchamos a Natalia. Y una yo no tan penosa deja que me enseñes a bailar. Entonces bailamos uno de mis boleritos favoritos y soy muy feliz y tú eres feliz también y nos sentimos verdaderamente afortunados de tener esa clase de intimidad.
8.
Espero que te encuentres bien. Lo digo desde la profunda ternura y la honestidad. Te agradezco las caminatas por el centro de Xalapa, las visitas a los cafés y a los parquecitos, la playlist que escucho casi a diario. Te agradezco por los libros y las flores, por las llamadas que duraban toda la noche. Te agradezco, más que cualquier otra cosa, el haberme dejado existir cerquita de ti, aunque sea por un rato.
Por mi parte, estoy casi ilesa. Traigo atorada una tristeza chiquita en el pecho, en la garganta. Y aunque persiste, tengo la seguridad de que desaparecerá. Nada que los amigos, los abrazos de mi madre y el agua salina de la playa no curen.
9.
“And it would've been sweet
If it could've been me”.
Así como dice Taylor Swift.
10.
Querías que te escribiera un ensayo. Te prometí que cuando nos alejáramos te haría uno. Y aquí está. Es para ti. Ojalá no te decepcione.
Camila Ferreiro Basurto es estudiante de Lengua y Literatura Hispánicas en la UV. Algunos de sus textos pueden encontrarse en Retruécano y Letralia. Sus géneros favoritos son el ensayo y la poesía. Es entusiasta del té, el anime y los michis.
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